Ser voluntario cambió mi forma de ver la vida
Cuando me inscribí como voluntario en Kadima, pensé que iba a venir a ayudar. Y sí, ayudo… pero nunca imaginé cuánto iba a aprender. Cada persona que conozco aquí me enseña algo nuevo: paciencia, empatía, esfuerzo, alegría y la importancia de celebrar los pequeños logros.
A veces llego cansado después de clases o del trabajo, pero basta un saludo, una sonrisa o una conversación para recordarme por qué estoy aquí. Ser voluntario me ha hecho más consciente, más humano y más agradecido.
Ser parte de Kadima es un regalo que nunca esperaba tener.
Lo que más valoro es la conexión que se crea con los integrantes. No eres solo un voluntario: eres parte de su equipo, de su avance, de sus momentos importantes. No importa si estás ayudando en una actividad, acompañando una terapia o simplemente escuchando: cada minuto cuenta. Y cada minuto te transforma.
Todas las categorías
Entradas recientes
Encontramos un lugar donde mi hijo puede ser él mismo
Aquí aprendí que puedo más de lo que imaginaba
Ser voluntario cambió mi forma de ver la vida
